La expatriación

Quitar de manera voluntaria su país puede ser la fuente de emociones ambivalentes.
La exitación y la alegría de empezar una nueva etapa, el miedo a lo desconocido, la tristeza debida al alejamiento de los seres queridos, el trabajo, los lugares comunes, la curiosidad por descubrir un nuevo lugar, el cansancio de la mudanza y de la dapatación a un nuevo entorno, la dudas (¿hice bien?), la nostalgía del país, el orgullo de haber hecho el paso, etc…

También a veces, este cambio se vive como una obligación, una elección por defecto. Entonces puede emerger la ira por “haber tenido que quitar todo para seguir a la pareja o porque no había trabajo en el país de origen”.

Deseada o obligada, la expatriación puede ser la fuente de stress, más de lo que habíamos imaginado.

Dejar atrás sus puntos de referencias (la familia, los amigos, el trabajo, las actividades, la lengua, la cultura, etc.) y volver a crear unos nuevos, no siempre es fácil. Como para todos los cambios, se necesita une esfuerzo de adaptación para vivir lo mejor posible esta nueva situación.
La vuelta al país de origen también es un nuevo reto y puede ocasionar stress (búsqueda de trabajo y alojamiento, reintegración en la célula social y familiar o nueva adaptación en un circulo de amigos).

El acompañamiento terapéutico, en la consulta o a distancia, puede ser una gran ayuda durante estos cambios de vida.

La terapia Gestalt hace hincapié en la relación consigo mismo (nuestras emociones, nuestras necesidades, nuestros proyectos y deseos), en la relacion con los demás, con el entorno de origen y con el nuevo entorno. Nos ayuda a poner las palabras sobre los que nos pasa, sentirlo en el cuerpo (el cuerpo es a menudo más sabio que nuestra cabeza) y encontrar los recursos internos y externos para vivir plenamente en el nuevo lugar de vida.

 

Soy terapeuta Gestalt multicultural y bilingüe ( francés, español, también entiendo perfectamente el catalán). Viví y trabajé 17 años en España.